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Cabe reflexionar sobre a quienes beneficiaría y a quienes perjudicaría un ajuste devaluatorio de un dólar a $4.50 como el que proponen los popes de la representación gremial empresaria concentrada.
Lo destacable de esta última arremetida es el perfil de los personajes que están haciendo pública dicha propuesta. A algunos de ellos como a Rattazzi y Biolcati, les queda bien, habla de su coherencia, dado que siempre estuvieron del mismo lado. Defendiendo los intereses de las empresas automotrices multinacionales uno; y los de la rancia oligarquía nativa, cómplice de cuanto gobierno golpista y genocida hubo, hoy asociada a los agronegocios de las multinacionales, el otro.
El tercero, el más aguerrido y radicalizado en los planteos de ajuste monetario, fue el presidente de la desprestigiada FAA, Eduardo Buzzi. Aquí, no podemos dejar de reflexionar sobre los posicionamientos de este personaje, que no cesa en su empeño de ocupar un lugar público de notoriedad, en pos de lograr un lugar en la candidatura a gobernador de la provincia de Santa Fe, ya sea al lado de Reutemman con la venia del armador Duhalde o con Binner, da igual, todo a costa de cualquier planteo aunque sea contrario a los intereses de sus defendidos. Mientras tanto, dirigentes que lo secundan intentan sostener un discurso progre al interior de la entidad.
Incluso pasando a la historia por ser el primer presidente federado que se calzó el sobretodo y la bufanda para acompañar a Miguens, Llambía y Macri en el corte de cintas de la inauguración de la muestra de la Sociedad Rural de Palermo en pleno conflicto destituyente. En buen castellano, a estas actitudes de separarse con deslealtad de una causa se la llama defección.
Reflexionando sobre los beneficiarios y perjudicados, si la medida que pide el empresariado concentrado de la ciudad y el campo se aplicara cosa en la que Buzzi no parece reparar , debemos advertir que los primeros serían todas la empresas exportadoras de la industria en general y la agroindustria en particular, los grandes ganaderos, los frigoríficos exportadores, y los productores agropecuarios del monocultivo sojero, en especial los pooles de siembra, las multinacionales del sector, y los que manejan la comercialización exterior del mismo. Es decir una minoría privilegiada que siempre se benefició con cada devaluación. Quienes piden un dólar a 4,50 proponen como alternativa la rebaja y/o eliminación de las retenciones en su defecto.
Cualquiera de las dos medidas perjudicarían profundamente a la inmensa mayoría popular. En primer lugar, a los trabajadores que con tamañas decisiones verían pulverizados los incipientes aumentos de salario adquiridos en las últimas luchas, las que llevan implícita la puja por la distribución de la riqueza. Además, traería aparejado un aumento generalizado de tarifas, de todos los impuestos y servicios, y un aún más pronunciado aumento de precios en alimentos, bebidas, vestido, calzado, etc. En resumen, el enfriamiento de la economía, que tanto proclaman como solución los que añoran la vuelta al neoliberalismo a ultranza. En definitiva, una vuelta de rosca más en contra de una justa distribución de la riqueza, solucionando el reaseguro de los márgenes de rentabilidad de los sectores concentrados de la ciudad y el campo y el hambre para muchos.
Al mismo tiempo, el gobierno nacional no define avanzar decididamente por el camino de la profundización y radicalización de las medidas redistributivas, más bien, con medidas bienintencionadas pero faltas de profundidad, busca recomponer los acuerdos rotos con la burguesía agraria poniendo parches a los reclamos de la mesa de enlace, como lo demuestran las recientes promesas y elogios vertidos por el Ministro de Agricultura Julián Domínguez en la Bolsa de Comercio de Rosario, en oportunidad de haber asistido al remate simbólico del primer lote de soja de la actual campaña. El mismo funcionario rehuye al necesario debate sobre el cambio progresivo y gradual del modelo productivo.
El futuro de la humanidad depende del cambio de paradigma productivo de las tecnologías de insumos, insustentables, por el de las tecnologías de proceso de perfil agroecológico preservadoras del medioambiente.
El camino de la justa redistribución de la riqueza requiere de una mejor y más profunda intervención estatal, por lo que propiciamos la creación de modernas Junta Nacional de Granos y Junta Nacional de Carnes que intervengan fuertemente en los mercados internos y externos de granos y carnes, captando las enormes ganancias que hoy quedan en manos privadas concentradas, para distribuirlas en proyectos populares que garanticen la soberanía alimentaria. Para esto será imprescindible el ordenamiento territorial y la distribución de la tierra.
No abandonaremos la lucha por la construcción de la herramienta político social necesaria que impulse y sostenga estos objetivos, en nuestro país, y permita profundizar la inserción internacional, junto a los procesos liberadores abiertos en América Latina, permanentemente acechados por el Imperio y sus aliados locales.
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Gobierno - Dolar - soja - 2010 - Argentina - campo - oposicion - trigo - retenciones - exportaciones
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