miércoles, 21 de abril de 2010

peronismo: los casos de Reyes y Gay

El nacimiento del partido peronista: los casos de Cipriano Reyes y Luis Gay



Después de triunfar en las elecciones de febrero de 1946, Perón ordenó la desintegración del Partido Laborista - creado por el sindicalismo para impulsar su candidatura - que sería reemplazado por uno nuevo, al que el presidente había condescendido a prestar su nombre para bautizarlo.
La carta orgánica del partido peronista diseñaba una estrucura complicada, cuyo rasgo sobresaliente era su nomenglatura militar. El Máximo organismo ejecutivo era un Comando Estratégicocuyo titular era Perón, con asistencia de un Consejo Superior o Comando Táctico. El Congreso Nacional era el órgano deliberativo nacional, encargado de establecer el programa partidario y designar los candidatos presidenciales. De allí para abajo, una red de "unidades básicas" y ateneos se vinculaban por medio de asambleas locales y, e cada provincia había un Consejo Partidario. En el complicado organigrama se excluía cuidadosamente toda denominación que pudiera remitir a la organización tradicional de los partidos: "no queremos comités - había dicho Perón en julio de 1949 - porque huelen a vino, empanadas y taba... lo que fue antro de vicio queremos convertirlo en escuela de virtudes; por lo que hablamos de ateneos peronistas donde se eduque al ciudadano, se le inculquen virtudes, se le enseñe cosas útiles, y no donde se le incline al vicio..."


Alberto Teisaire fue en quien Perón delegó la función de titular en el Consejo Superior del partido. De esta menera, se transformó en la figura que decidía a quién se ponía y a quién se sacaba de las listas de candidatos peronistas.



Pero lo cierto es que este proyecto nació muerto. El Consejo General jamás se reunió, los Consejos Pciales no funcionaron nunca y en cada pcia, un "interventor" ejerció la suma del poder partidario, en muchos casos opuesto y superior al del gobernador local. Las unidades básicas funcionaron, eso sí: en poco tiempo los locales, iluminados con la novedosa luz de neón, proliferaron en todo el país, casi siempre con personal adscripto a la administración pública, nacional o provincial. Pero jamás albergaron un debate público, una discusión sobre temas nacionales o partidarios. No hubo vida interna en el partido peronista, y esto fue una falla que años después tendrían un pesado costo para los seguidores del líder justicialista. Hubo, también es cierto, una Escuela Superior Peronista (dependiente del Ministerio de Educación de la Nación) y una Escuela de Formación Sindical para capacitar a los cuadros: pero los dirigentes políticos y sindicales no suelen salir de la probetas y retordas de los laboratorios, sino del ejetreo cotidiano de las organizaciones a las que pertenecen.

Por otra parte, la formación del partido peronista se inauguró con métodos crudos y hasta crueles. El diputado Cipriano Reyes, que se atrevió a cuestionar el sistema impulsado por Perón, formó un pequeño bloque disidente y se negó a entregar el nombre y los locales del partido Laborista, del que fuera principal promotor, fue víctima de un atentado en 1947, y en 1948 detenido por supuesta complicidad en un complot contra el presidente. Torturado bárbaramente, junto con sus compañeros, permaneció detenido hasta la caida de Perón, a pesar de que los plazos máximos de su condena se había vencido con exceso. El otro caso, tal vez más grave por más torcido, fue el de Luís Gay, dirigente telefónico secretario gral de la CGT, que fue desplazado de su cargo en enero de 1947 mediante una campaña de calumnias que lo desconceptuaron ante sus desprevenidos compañeros. Fue un caso más grave, decimos, porque aquí Perón se jugó personalmente para llenar de basura a un dirigente honrado y capaz, que se había negado a aceptar la total subordinación del sindicalismo a la cabeza del partido peronista.
Reyes y Gay fueron parte del costo que aparejó la creación del partido peronista y sus casos fueron expresivos de la dureza con que se actuaría contra cualquiera que no se prestara a someterse totalmente a las directivas "de arriba".


Cipriano Reyes







Fuente: LUNA, Félix (1988): Fuerzas hegemónicas y partidos políticos. Editorial sudamericana.

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